Encaje que suma generaciones: Fraga vive su gran día de bolillos
El otoño en Fraga tiene algo cómplice: una luz dorada que hace más cálida la piedra de sus iglesias y más amable el paseo por los jardines. Y será precisamente el domingo 19 de octubre de 2025, cuando esa luz se enrede con los hilos del XXIX Encuentro de Bolillos, una cita que llenará de pulso artesano los Jardines Juan Carlos I desde la mañana. Allí se darán la mano la tradición, la destreza y la vida de barrio con un programa pensado para disfrutar en familia: exposición de bolillos, animación, tentempié, actividades infantiles y venta de labores. Un plan redondo.
Una fiesta para ver, escuchar y tocar
En Fraga el encaje no se mira en silencio: suena. Suenan los pares de madera sobre los mundillos, el murmullo de las conversaciones, los “¡qué bonito!” que se escapan sin querer. Las asociaciones invitadas llegarán con sus mejores piezas y con ganas de mostrar técnicas —Torchón, guipur, encaje contemporáneo— y trucos que solo se aprenden al calor de una mesa compartida. Habrá demostraciones en vivo, espacio de feria y mercadillo con hilos de lino y seda, bolillos torneados, alfileres, patrones nuevos y reediciones de clásicos. Un paraíso para quien empieza y para la encajera veterana que busca ese hilo exacto para rematar un abanico, una mantilla o un cuello.
Las y los más pequeños tendrán su propio rincón: talleres cortos para iniciarse en el trenzado, juegos y animación para que el aprendizaje llegue como llegan las cosas buenas, jugando. Y, entre puntilla y puntilla, un tentempié para reponer fuerzas y seguir mirando, comprando y, por qué no, tejiendo amistades.
Un domingo para quedarse en Fraga
Si vienes de fuera, te propongo un plan a ritmo pausado. Empieza paseando por los Jardines Juan Carlos I, pulmón amable que hace de antesala al encuentro, y continúa por el Casco Histórico, con su trazado de cuestas mansas y rincones fotogénicos. La silueta de la iglesia de San Pedro —vigía de piedra— pone la banda sonora visual perfecta a cualquier paseo.
Luego, busca el río Cinca, que explica muchas cosas de esta ciudad: su carácter agricultor, su paisaje fértil, su manera de celebrar la vida en la calle. El puente es un buen mirador para tomar aire y encarar la segunda mitad del día. Si el arte te tira, asómate al Palacio Montcada, que suele acoger exposiciones interesantes; si lo tuyo es el patrimonio, acércate a la ermita de San Salvador o piérdete por el entramado de calles que aún guarda el sabor de villa fronteriza.
Y para comer, Fraga se entiende con el estómago: cocina casera, ternasco a su manera, embutidos con pedigrí y postres que saben a casa. Todo con ese punto aragonés de hospitalidad franca y ración generosa.
Hacer encaje en tiempos veloces
Hay algo emocionante en ver a varias generaciones compartiendo almohadilla. Abuelas, madres, hijas y nietas (y cada vez más hombres) sentadas en torno a una misma tarea que obliga a escuchar el tiempo. El encaje de bolillos es un oficio que suma paciencia, matemática intuitiva y una sensibilidad que no entiende de modas. Quizá por eso, cuando uno se detiene y observa las manos que mueven los pares con precisión coreográfica, comprende que la artesanía no es nostalgia: es presente vivo.
Fraga lo sabe bien. Treinta ediciones casi a la vuelta de la esquina no se sostienen sin una comunidad comprometida, sin asociaciones que reman en la misma dirección y sin un Ayuntamiento que entiende que la cultura popular es un músculo que hay que cuidar. Cada año, el encuentro crece en calidad y cercanía, se abre a nuevas creadoras, invita a escuelas y talleres, y convierte los jardines en un aula al aire libre.
Consejos útiles para disfrutarlo más
Llega con tiempo para ver la exposición con calma; las piezas lucen distinto con la luz de la mañana.
Si vas a comprar material, lleva una lista de básicos y deja hueco para el flechazo: siempre hay un mundillo o un patrón que te sorprenderá.
Pásate por los talleres infantiles: son contagiosos y perfectos para iniciar a peques curiosos.
Remata la jornada con un paseo al atardecer por la ribera del Cinca; es el cierre perfecto.
Fraga, con su carácter mediterráneo de secano y su orgullo ribereño, convierte cada octubre el oficio del encaje en una celebración compartida. No hace falta ser experta para disfrutarlo: basta con mirar, preguntar y dejarse llevar por ese repiqueteo de madera que parece latir al mismo compás que la ciudad. El 19 de octubre nos vemos en los Jardines Juan Carlos I: allí donde los hilos se cruzan para contar historias.