Bolillos al Turia: Riba-roja se viste de encaje y tradición el próximo septiembre
Riba-roja de Túria, ese rincón encantador de la comarca del Camp de Túria, se prepara para vivir una de sus citas más esperadas con la tradición y el arte textil: la VIII Concentración de la Asociación de Bolilleras “Cristo de los Afligidos”, que tendrá lugar el 7 de septiembre de 2025, de 10 a 13 horas, en el Parque Maldonado. Bajo la sombra de sus pinos y el murmullo cercano del río, las bolilleras volverán a desplegar sus almohadillas, hilos y mundillos, en un ambiente que mezcla el respeto por lo ancestral con la alegría del reencuentro.
Desde hace años, este evento se ha consolidado como un punto de encuentro imprescindible para las amantes del encaje de bolillos, una labor que exige paciencia, precisión y una gran sensibilidad artística. En cada puntada se teje también un pedacito de memoria colectiva, una herencia cultural que se mantiene viva gracias al esfuerzo de asociaciones como esta y al entusiasmo de mujeres —y cada vez más hombres— que encuentran en el bolillo algo más que una afición: una forma de vida.
El evento no solo servirá para mostrar obras que rozan lo escultórico, sino que será también una oportunidad para adquirir materiales, compartir técnicas, aprender nuevas variaciones y, sobre todo, fortalecer la comunidad bolillera. Los puestos de venta de hilos, patrones, bolillos artesanales y encajes ya hechos suelen convertirse en auténticos mercados de ideas. Porque aquí se viene a comprar, sí, pero también a inspirarse, a preguntar y a admirar lo que las manos sabias son capaces de crear con apenas unos alfileres y mucha dedicación.
Un escenario inmejorable: Parque Maldonado
La ubicación no podría ser más acertada. El Parque Maldonado, a orillas del río Turia, es un pulmón verde que invita a pasear, descansar y disfrutar del buen tiempo de septiembre. A primera hora de la mañana, el canto de los pájaros se mezcla con el chocar rítmico de los bolillos, creando una sinfonía natural y humana que atrapa a quien pasa por allí.
Para quienes lleguen desde otras poblaciones, la jornada bolillera puede ser el inicio perfecto de un día completo de turismo por Riba-roja. El Parque Natural del Turia ofrece rutas senderistas para todos los niveles, muchas de ellas accesibles desde el mismo casco urbano. A pie o en bicicleta, es posible recorrer antiguos caminos de huerta, pasar por molinos restaurados y disfrutar del frescor del bosque de ribera.
Riba-roja, más allá de los bolillos
Pero Riba-roja es mucho más que naturaleza. Su casco antiguo es un paseo por la historia, con joyas como el Castillo, de origen islámico, que fue reformado en época cristiana y alberga hoy el Museo Visigodo de Pla de Nadal. Precisamente, uno de los atractivos culturales más sorprendentes de la zona es este yacimiento visigodo, del siglo VII, único en la Península Ibérica por su buen estado de conservación y la calidad de sus hallazgos.
Los visitantes también pueden disfrutar de la Iglesia Parroquial de la Asunción, del siglo XVIII, que se levanta majestuosa en la plaza principal, o descubrir las numerosas casas señoriales que todavía conservan heráldica en sus fachadas. Y si lo que se busca es un buen almuerzo tras la mañana de bolillos, la gastronomía local no decepciona: arroces caldosos, embutidos artesanales, cocas de llanda… ¡y no olvidemos el agua cebada bien fría, clásica del verano valenciano!
Un evento que es tejido humano
En definitiva, la VIII Concentración de Bolilleras en Riba-roja de Túria no es solo un acto de exhibición artesanal. Es, sobre todo, una jornada para la convivencia, el aprendizaje y la emoción compartida. Una mañana donde la belleza del encaje se entrelaza con el amor por la tierra, por la cultura y por las personas que mantienen viva una tradición que ha sobrevivido a siglos de historia y que, gracias a encuentros como este, tiene por delante aún muchos hilos por tejer.
Quien acuda a Riba-roja ese domingo de septiembre no solo se llevará a casa imágenes preciosas y quizá algún encaje de recuerdo. Se llevará también la sensación de haber asistido a un pequeño milagro cotidiano: el de mujeres que, con paciencia y cariño, siguen bordando el alma de un pueblo.