El próximo 15 de junio de 2025, la localidad almeriense de Olula del Río se convertirá en el escenario vibrante de una cita imprescindible para las amantes del encaje de bolillos: el encuentro organizado por el grupo Encajeras Flor de Guipur. Un evento que no solo celebra la delicadeza de este arte centenario, sino que también transforma la plaza del pueblo en un verdadero corazón palpitante de tradición, artesanía y convivencia.
Un homenaje vivo al encaje
En cada punta de alfiler y en cada cruce de bolillos late la memoria de generaciones de mujeres que han tejido, con paciencia y maestría, verdaderas obras de arte. El encuentro de Olula del Río es mucho más que una reunión de encajeras: es un homenaje vivo a la creatividad, la dedicación y el legado cultural que encierra este tipo de artesanía textil.
Desde primeras horas de la mañana, la plaza se llenará de colorido con los puestos de venta de material especializado —hilos, bolillos torneados a mano, almohadillas, patrones clásicos y contemporáneos—, y sobre todo, con las mesas largas donde decenas de encajeras compartirán técnicas, risas y secretos de taller.
Tradición que une
Uno de los aspectos más hermosos de estos encuentros es la capacidad que tiene el encaje de bolillos para unir generaciones. Es habitual ver a abuelas, madres e hijas compartiendo un mismo mundillo, trenzando no solo hilos, sino historias comunes. En Olula del Río, esta conexión cobra una dimensión aún más profunda gracias al compromiso de asociaciones como Flor de Guipur, que no cesan en su empeño de mantener viva esta tradición en un mundo cada vez más digital.
Además, la jornada será amenizada con música popular, bailes regionales y degustaciones gastronómicas que permitirán a visitantes y locales disfrutar de una experiencia completa, en la que el hilo conductor es, nunca mejor dicho, el amor por lo hecho a mano.
Olula del Río, arte entre montañas
Pero si algo convierte este encuentro en una excusa perfecta para hacer las maletas es el propio escenario donde se celebra. Olula del Río, ubicada en el corazón del Valle del Almanzora, es un pueblo que ha sabido conjugar su pasado rural con una vibrante apuesta cultural.
En un paseo por sus calles, el visitante puede descubrir el imponente Museo Ibáñez, una de las joyas museísticas de la provincia, que acoge más de mil obras entre pintura, escultura y fotografía, incluyendo trabajos de artistas como Goya, Sorolla o Antonio López. A escasos metros, se encuentra el Centro Pérez Siquier, dedicado al legendario fotógrafo almeriense y figura clave de la renovación visual de la España de los años 60.
Y si uno desea contemplar un icono contemporáneo que habla de identidad, puede acercarse a la escultura del ‘Hombre del Almanzora’, obra colosal de Antonio López, que se alza majestuosa en las afueras del municipio, como un guardián sereno del paisaje.
Mucho más que bolillos
Quien se acerque a Olula del Río durante el encuentro no solo podrá sumergirse en la belleza hipnótica de las manos que entrecruzan hilos con precisión matemática, sino que también tendrá la oportunidad de descubrir la hospitalidad de un pueblo que se vuelca cada año con esta cita.
Los bares y restaurantes locales ofrecen durante esos días menús especiales con productos de la zona: embutidos caseros, pan de leña, aceite virgen extra y dulces como los roscos de vino o las tortas de chicharrones. Además, muchas de las encajeras suelen abrir pequeñas exposiciones temporales donde se exhiben sus mejores trabajos, verdaderas filigranas que despiertan la admiración incluso de los menos entendidos.
Una tradición con futuro
Lejos de ser un arte relegado al pasado, el encaje de bolillos está viviendo una nueva juventud. Gracias a las redes sociales, los tutoriales en vídeo y encuentros como el de Olula, cada vez son más las personas —también hombres— que se animan a aprender esta técnica. La comunidad bolillera es, hoy en día, un ejemplo precioso de cómo la tradición puede abrirse paso con fuerza en el siglo XXI, sin perder un ápice de su esencia.
Así que ya sabes: el próximo 15 de junio, Olula del Río no es solo un destino, sino un punto de encuentro con la belleza del hacer a mano, con la calma de la conversación pausada y con el arte invisible que une pueblos, generaciones y corazones.
Nos vemos entre bolillos y flores de guipur.